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Una agencia creativa y naming, el poder de la experiencia

Teclado ordenador

 

Cualquier empresa tiene claro que un nombre dice mucho de sí mismo. Es la cara de la compañía y, como tal, no puede ponerse al tuntún. De ahí que las principales empresas del mundo acudan a una agencia creativa cuando quieren crear un nuevo producto, un nuevo servicio, etcétera. En inglés se llama naming, y consiste en ponerle nombre a lo que no tiene.

Existen muchas opciones, claro está. Pero lo ideal es que el nombre nos informe de qué va la compañía y además nos emocione, aunque esto parezca que es pedirle mucho a un nombre. Ejemplo de ello es Sensacine.com, es fácil, nos informa con lo que tiene que ver, esto es , el cine, y además te añade el término sensa que nos recuerda a las sensaciones. Ahí radica la diferencia.

Otra opción es buscar una marca que sea completamente evocadora aunque no nos explique nada. Es el caso de Last-minute, que significa último minuto y nos transmite la idea de que se trata de compras de última hora; o Vuelosbaratos, es muy claro y no deja lugar a dudas, ¿no es cierto? Y de este tipo hay muchos más ejemplos: Rumbo o Destinia, claramente nos hablan de viajes. ¿Pero cómo llegaron a este nombre las agencias encargadas de su creación? Pues jugando con la raíz de la palabra que sugiere los atributos del producto o servicio que ofrece.

También puedes buscar algo que no tenga absolutamente nada que ver con la actividad. Amena, Amazon, Google, Nike, son nombres sin relación con lo que ofrecen. Puede parecer arriesgado, sin duda lo es, y además supone más inversión en publicidad para dar a conocer la empresa y explicar qué hace, pero una vez consolidada la marca, su nombre no nos recordará otra cosa que a esta empresa.

Es aconsejable, asimismo, proyectar la imagen que buscamos transmitir desde el principio; por ejemplo: si queremos ser una empresa de venta de productos electrónicos de alta gama, no podemos llamarnos Alta Markt, porque al cliente le retrotrae a otra empresa del sector: Media Markt, y además le resta seriedad a un sector como el lujo, en el que la calidad y la seriedad son características que busca el cliente.

Y, por último, una norma no escrita es que el nombre debe sonar tal y como se lee, pues si no se hace, se presta a confusiones ortográficas o de sonido y los clientes acabarán llamándola de forma equivocada. Como ejemplo de ello: el grupo musical de la película de Tom Hanks llamado los Oneders. One (uno en inglés) suena \»wan\» y wonders (leído wanders) significa \»maravillosos\». Pero pasaba desapercibido este juego de palabras y el público los llamaban oneders; finalmente, tuvieron que cambiar a Wonders.

Para que eso no te ocurra, acude a una agencia creativa, ellos sabrán jugar con las palabras.

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